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martes, 18 de enero de 2011

De dónde vienen nuestras cosas y a dónde van

¿Alguna vez te has preguntado de dónde vienen todas las cosas que compramos y a dónde van a parar cuando las tiramos?

www.thestoryofstuff.com

Tomamos este artículo de la web Aurora Boreal, donde presenta detalles que a veces no tomamos en cuenta,  ¿qué hay detrás de un objeto ya terminado que utilizamos a diario?, ¿cuál fue el recorrido para su producción y a donde va a parar una vez desechado? Interesante.

Yo no podía dejar de preguntármelo.
Así que investigué. Y lo que dicen los libros de texto es que las cosas simplemente se mueven a través de un sistema desde la extracción, a la producción, a la distribución, al consumo y a la disposición. A esta suma de etapas se le llama la "economía de los materiales".  Pues indagué un poco más. De hecho, pasé diez años viajando por el mundo para rastrear de dónde provienen nuestras cosas y adónde van.

¿Y saben lo que descubrí? Que ésta no es toda la historia. Que hay muchos huecos en esta explicación.
En primer lugar, este sistema parece funcionar bien. Sin ningún problema. Y lo que dicen los libros de texto
es que las cosas simplemente se mueven a través de un sistema desde la extracción, a la producción, a la distribución, al consumo y a la disposición. Pero la verdad es que es un sistema en crisis. Y la razón por la que está en crisis es que se trata de un sistema lineal y nosotros vivimos en un planeta finito, y no es posible operar un sistema lineal indefinidamente en un planeta finito. A cada paso, este sistema interactúa con el mundo real. En la vida real no ocurre en una página en blanco. Interactúa con sociedades, culturas,
economías, el ambiente. Y a cada paso se está topando con límites. Con límites que aquí no vemos porque el diagrama está incompleto. Así que retrocedamos, llenemos algunos de los huecos y veamos qué está faltando.

Bueno, una de las cosas más importantes que faltan son las personas. Sí, las personas. En todas las fases del sistema viven y trabajan personas. Y en este sistema algunas personas son un poco más importantes que otras; algunas son más escuchadas que otras.

¿Quiénes son?

Bueno, empecemos por el gobierno. Mis amigos me dicen que debería usar un tanque como símbolo del gobierno y eso es cierto para muchos países, y cada vez más para el nuestro, después de todo, más del 50% de nuestros impuestos federales van a parar a las fuerzas armadas, pero prefiero utilizar a una persona para simbolizar al gobierno porque defiendo la visión de que el gobierno debe ser del pueblo, por el pueblo, para el pueblo. El trabajo del gobierno es protegernos, cuidarnos. Ese es su trabajo.

Luego llegaron las empresas. Ahora bien, la razón por la que las empresas aparecen más grandes que el gobierno es que las empresas son más grandes que el gobierno. De las 100 economías más grandes del mundo, 51 son empresas.

A medida que las empresas han crecido en tamaño y poder, hemos visto algunos cambios en los gobiernos, que parecen estar un poco más preocupados por el bienestar de esos individuos que por nosotros.

Bueno, veamos qué más le falta a esta imagen. Empecemos por la extracción, que una forma elegante de decir la explotación de los recursos naturales, que también es una forma elegante de decir la destrucción del planeta. Se presenta así: cortamos los árboles, volamos las montañas para extraer los metales que hay adentro, agotamos toda el agua y eliminamos a los animales. Aquí nos topamos con el primer límite. Se nos están acabando los recursos. 

Usamos demasiadas cosas. Sé que puede ser difícil escuchar esto, pero es la verdad y tenemos que enfrentarla. Tan sólo en las últimas tres décadas, se ha consumido un tercio de los recursos naturales del planeta. Ha desaparecido. Estamos talando, minando, agujereando y destruyendo el mundo tan rápido que estamos agotando la capacidad del planeta para que podamos vivir aquí. Donde vivo yo, en Estados Unidos, sólo nos queda menos del 4% de los bosques nativos. El cuarenta por ciento de los cursos de agua ya no es apto para consumo. Y nuestro problema no es solo que usamos demasiadas cosas,sino que usamos más de lo que nos corresponde. Tenemos el 5% de la población mundial, pero usamos el 30% de los recursos del planeta y generamos el 30% de los desechos del mundo. Si todos consumiéramos al ritmo de Estados Unidos, necesitaríamos de 3 a 5 planetas. 
Y ¿saben qué? Sólo tenemos uno. Y la respuesta de mi país a esta limitación es simplemente ¡ir y tomar los recursos de otros!

Este es el Tercer Mundo que,algunos dirán, es una expresión para referirse a nuestras cosas que de alguna forma quedaron en tierras de otros.

Y, ¿cuál es el panorama? El mismo: la destrucción del lugar. El 75% de los recursos pesqueros del mundo hoy está explotado al límite de su capacidad o sobreexplotado; el 80% de los bosques nativos del mundo ha desaparecido; tan sólo en el Amazonas estamos perdiendo 2 mil árboles por minuto. Esto equivale a cinco canchas de fútbol por minuto. ¿Y qué pasa con la gente que vive ahí? Bueno. Según estos individuos,no son dueños de esos recursos aunque hayan vivido allí por generaciones,no poseen los medios de producción y no compran muchas cosas. Y en este sistema,si no posees o compras muchas cosas, no vales.

En el paso siguiente, los materiales entran en la "producción", y lo que sucede ahí es que usamos energía para mezclar químicos tóxicos con los recursos naturales para fabricar productos contaminados con tóxicos. Hoy día se usan en el comercio más de 100 000 químicos sintéticos. Sólo unos pocos se han analizado para verificar si impactan en la salud humana y NINGUNO ha sido examinado para identificar los impactos sinérgicos que puedan tener en la salud, es decir, los impactos que generan al interactuar con todos los otros químicos a los que estamos expuestos cotidianamente. 

Así que no conocemos realmente cuáles son todos los impactos que pueden provocar estos químicos en la salud y el ambiente. Pero sí sabemos una cosa: los tóxicos que entran, salen. Mientras sigamos utilizando químicos tóxicos en nuestro sistema de producción, seguiremos teniendo sustancias tóxicas en las cosas que llevamos a nuestros hogares, lugares de trabajo, y escuelas. Y claro, a nuestros cuerpos. Como los BFRs, o retardantes de llama bromados. Son unos químicos que tornan a las cosas más resistentes al fuego, pero son súper tóxicos. Son neurotóxicos, es decir, tóxicos para el cerebro.

¿Qué hacemos utilizando químicos como éstos? Y sin embargo, los ponemos en nuestras computadoras, en nuestros electrodomésticos, sillones, colchones y hasta en algunas almohadas. De hecho, tomamos nuestras almohadas, las sumergimos en estos neurotóxicos y luego las llevamos a casa y apoyamos nuestras cabezas sobre ellas durante ocho horas cada noche. Yo no sé, pero me parece que en un país como éste, con tanto potencial, podríamos pensar en una mejor forma de evitar que nuestras cabezas se incendien por la noche.Estos tóxicos se acumulan en la cadena alimentaria y se concentran en nuestro cuerpo.

¿Saben cuál es el alimento que está en la cima de la cadena alimentaria, con los niveles más altos de distintos tóxicos? La leche materna humana. Eso significa que hemos llegado a un punto tal que los miembros más pequeños de nuestras sociedades - nuestros bebés reciben la dosis más alta de químicos tóxicos de por vida al ser amamantados por sus madres.

¿No es una violación increíble?

La lactancia materna debe ser el acto humano más fundamental de crianza; debería ser sagrado y seguro. Ahora bien, amamantar sigue siendo lo mejor y las madres definitivamente deberían seguir amamantando a sus hijos, pero debemos proteger esta actividad. Ellos deberían protegerla. Yo pensaba que nos estaban cuidando. Y por supuesto, las personas que reciben el mayor impacto de estos químicos tóxicos son los trabajadores de las fábricas, muchos de los cuales son mujeres en edad reproductiva. Ellas trabajan con tóxicos que afectan la reproducción, sustancias cancerígenas y más.

Ahora yo les pregunto, ¿qué mujer en edad reproductiva trabajaría en un sitio donde se expone a tóxicos para la reproducción, sino alguien que no tuvo otra opción? Esa es una de las "bellezas" de este sistema. La erosión de las economías y los ecosistemas locales aquí asegura el continuo suministro de personas que no tienen ninguna opción. En todo el mundo, 200 000 personas se trasladan diariamente desde los lugares que les dieron sustento por generaciones hacia las ciudades, muchos para vivir en barrios miserables, para buscar empleo, sin importar qué tan tóxico sea el trabajo. 

Así que a lo largo del sistema no sólo se depredan recursos, sino también personas. Comunidades enteras son desechadas. Así es, los tóxicos que entran, salen. Muchos de los tóxicos salen de la fábrica a través de los productos, pero muchos más salen como sub-productos o contaminación. Y es mucha contaminación. En Estados Unidos, la industria reconoce que emite alrededor de 2 mil millones de kilogramos de químicos tóxicos al año, y probablemente sea mucho más porque eso es solo lo que admiten. Así que ese es otro límite, porque, puaj ¿quién quiere ver u oler 2 mil millones de kilogramos de químicos tóxicos al año? Y entonces ¿qué hacen? Trasladan las fábricas contaminantes a otros países. ¡Contaminan las tierras de otros! Pero, sorpresa: mucha de esa contaminación está regresando hacia nosotros, a través de las corrientes de aire. Y ¿qué pasa después de que todos estos recursos son convertidos en productos? Bueno, pasan aquí, para ser distribuidos... 

Ahora bien, distribución significa "vender toda esta basura contaminada lo más rápido posible". El objetivo es mantener los precios bajos, hacer que la gente siga comprando y que los inventarios se sigan moviendo.
¿Cómo mantienen bajos los precios?

Bueno, no pagan mucho a los empleados de sus tiendas y recortan sus prestaciones sociales cada vez que pueden. De lo que se trata es de externalizar los costos. Esto significa que el costo real que implica producir las cosas no se refleja en los precios. En otras palabras, nosotros no estamos pagando realmente por lo que compramos. Estaba pensando en esto el otro día. Iba caminando hacia el trabajo y quería escuchar las noticias, así que fui a una tienda de Radio Shack a comprar un radio. Encontré un radio verde pequeño y muy bonito a 4 dólares con 99 centavos. 

Estaba esperando en la fila para pagar y me pregunté ¿cómo es posible que US$4.99 reflejen el costo que lleva producir este radio y ponerlo en mis manos? El metal probablemente fue sacado de minas en Sudáfrica, el petróleo probablemente fue extraído en Irak, los plásticos deben haber sido fabricados en China, y el producto final quizás fue ensamblado por una niña de 15 años en una maquiladora en México. US$ 4,99 ni siquiera deben alcanzar para pagar la renta del espacio que ocupó en el estante de la tienda hasta que llegué yo, ni una parte del salario del empleado que me ayudó a elegirlo, ni el costo de los múltiples transportes por barco o camión de cada una de las partes de este radio. 

Así es como me di cuenta de que yo no pagué por el radio. Pero entonces ¿quién pagó? Estas personas pagaron con la pérdida de sus recursos naturales. Estas personas pagaron con la pérdida de su aire limpio, con una mayor incidencia de asma y cáncer. Los niños en el Congo pagaron con su futuro - 30% de los niños en distintas partes del Congo ha abandonado la escuela para trabajar en las minas de coltan, un metal que nosotros necesitamos para nuestros electrodomésticos baratos y desechables. 

Estas personas pagaron incluso, al tener que pagar ellos su seguro médico. Todos ellos contribuyeron para que yo pudiera comprar un radio en US$ 4.99, y ninguna de estas contribuciones está registrada en los libros de contabilidad. A eso me refiero cuando digo que los empresarios externalizan los verdaderos costos de producción. Y esto nos lleva a la flecha dorada del consumo. Este es el corazón del sistema, el motor que lo mueve. Y es tan importante que proteger esta flecha se ha convertido en la prioridad principal de estas gentes. Por eso, después del 11 de septiembre, cuando nuestro país estaba en estado de shock, el presidente Bush pudo haber sugerido muchas medidas apropiadas a tomar, como hacer luto, orar o tener esperanza. NO. Nos mandó a comprar. ¡¿A COMPRAR?! Nos hemos convertido en una nación de consumidores. Nuestra principal identidad se ha convertido en ser consumidores, no madres, maestros o agricultores, sino consumidores. 

La principal forma en que se mide y se demuestra nuestro valor es cuánto contribuimos a esta flecha, cuánto consumimos. ¡Y vaya que consumimos! Compramos y compramos y compramos. Mantenemos el flujo de los materiales. ¡Y cómo fluyen! Adivinen qué porcentaje de todos los materiales que fluyen en este sistema sigue estando en productos o en uso seis meses después de ser vendido en América del Norte: ¿Cincuenta por ciento? ¿Veinte? NO. Uno por ciento. ¡Uno! En otras palabras, 99% de las cosas que cosechamos, minamos, procesamos y transportamos, 99% de lo que fluye a través del sistema es basura en menos de 6 meses. ¿Cómo podemos mantener un planeta con ese nivel de flujo de materiales? No fue siempre así. Un habitante promedio de Estados Unidos consume hoy el doble de lo que consumía hace 50 años. Pregúntale a tu abuela. En su época, se valoraba la buena administración, la inventiva y el ahorro. Entonces ¿cómo ocurrió esto?

Bueno, no es que tan sólo ocurrió. Fue diseñado. Un poco después de la Segunda Guerra Mundial, estos individuos ideaban maneras de hacer crecer la economía, y el analista de mercado Víctor Lebow formuló la solución que se convirtió en la regla para todo el sistema. requiere que hagamos del consumo nuestra forma de vida, que convirtamos en rituales la compra y el uso de bienes, que busquemos nuestra satisfacción espiritual, la satisfacción de nuestro ego, en el consumo... necesitamos que las cosas se consuman, quemen, reemplacen y desechen a un ritmo cada vez más acelerado". Y el Jefe del Consejo de Asesores Económicos del presidente Dwight Eisenhower dijo que "el fin último de la economía estadounidense es producir más bienes de consumo."

¿¿¿MÁS BIENES DE CONSUMO???

¿Nuestro fin último? ¿No brindar salud, o educación, o transporte seguro, o sustentabilidad o justicia? ¿Bienes de consumo? ¿Cómo lograron que nos sumáramos tan entusiasmados a este programa? Pues, dos de sus estrategias más efectivas son la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida. Obsolescencia programada es una forma de decir "diseñado para ser desechado". Significa que, de hecho, se fabrican cosas que están diseñadas para volverse inútiles lo más pronto posible, para que nosotros las desechemos y compremos cosas nuevas. 

Es obvio si pensamos en cosas como bolsas de plástico o vasos de café, pero ahora también ocurre con cosas grandes: los trapeadores, los DVDs, cámaras y hasta las parrillas. ¡Todo! Hasta las computadoras. ¿Notaron que cuando compramos una computadora hoy, la tecnología avanza tan rápido que en un par de años se vuelve un impedimento para la comunicación? Yo sentía curiosidad por esto, así que abrí una computadora para ver qué había adentro. Y me encontré con que la pieza que cambia cada año es sólo una piececita en una esquina. 

Pero no puedes simplemente cambiar esa pieza porque cada nueva versión tiene una forma distinta, así que tienes que desechar todo el aparato y comprar uno nuevo. Estuve leyendo revistas de diseño industrial de los años cincuenta, cuando la idea de la obsolescencia programada estaba cobrando fuerza. Los diseñadores hablaban abiertamente del tema. De hecho, discutían qué tan rápido podían lograr que las cosas se rompieran pero, al mismo tiempo, que los consumidores siguieran teniendo fe en los productos para seguir comprándolos. Era completamente intencional. 

Pero las cosas no se rompen lo suficientemente rápido como para mantener esta flecha tan activa. Para eso existe la "obsolescencia percibida". La obsolescencia percibida sirve para convencernos de desechar objetos que todavía son perfectamente útiles. ¿Cómo lo hacen? Simplemente cambiando la apariencia de las cosas, de modo que si compraste tus cosas hace un par de años, cualquiera se da cuenta de que no has aportado a esta flecha recientemente, y como la manera en que demostramos que valemos es contribuyendo a esta flecha, puede resultar vergonzoso. 

Yo he tenido el mismo monitor blanco y gordo en mi escritorio por más de cinco años. Mi compañera de trabajo acaba de comprar una computadora nueva. Tiene un monitor de pantalla plana reluciente. Hace juego con su computadora, con su celular y hasta con su lapicero. Pareciera que está manejando una nave espacial, y pareciera que yo tengo una lavadora de ropa sobre el escritorio. La moda es otro buen ejemplo.
¿Alguna vez se han preguntado por qué los tacones de los zapatos de mujer pasan de ser delgados a gruesos de un año a otro? No es porque haya un debate sobre qué tipo de tacón es más sano para los pies de las mujeres. 

Es porque si usas tacón grueso en un año en que están de moda los tacones delgados, eso muestra a todos que tú no has contribuido a la flecha ese año y que, por tanto, vales menos que la persona junto a ti que trae zapatos con tacones delgados o que la persona que aparece en los comerciales. Es para que sigas comprando zapatos. La publicidad, y los medios de comunicación en general, desempeñan un papel importante en esto. Cada habitante de Estados Unidos es bombardeado con más de 3 000 anuncios por día. 

Nosotros vemos más comerciales en un año que los que las personas hace 50 años veían en toda su vida. Y si nos ponemos a pensar, ¿para qué sirven los comerciales si no es para hacernos sentir infelices con lo que tenemos? Así que 3 000 veces al día nos dicen que nuestro cabello está mal, nuestra ropa está mal, nuestra piel está mal, nuestros muebles están mal, nuestro auto está mal, que nosotros estamos mal pero que todo puede estar bien si sólo salimos a comprar.

Los medios de comunicación también ayudan ocultando todo esto y todo esto, así que la única parte que vemos de la economía de los materiales son las compras. La extracción, la producción y la disposición ocurren fuera de nuestro campo visual. Así que en Estados Unidos tenemos más cosas que nunca, pero las encuestas muestran que la felicidad en nuestro país está disminuyendo. En los años cincuenta nuestra felicidad nacional llegó a su límite, en el mismo momento en que estalló esta manía consumista. Hmm. Interesante coincidencia. Creo saber porqué. Tenemos más cosas pero cada vez tenemos menos tiempo para lo que realmente nos hace felices: los amigos, la familia, el esparcimiento.

Estamos trabajando más duro que nunca. Algunos analistas dicen que hoy día tenemos menos tiempo libre que en el feudalismo. ¿Y saben cuáles son las dos actividades principales que realizamos en el escaso tiempo libre que tenemos? Ver televisión y comprar. Los habitantes de Estados Unidos dedicamos 3 a 4 veces más horas a hacer compras que los europeos. De modo que nos encontramos en esta situación absurda en la que vamos a trabajar, a veces a dos empleos, y llegamos a casa agotados así que nos echamos en nuestro sillón nuevo a ver televisión y los comerciales nos dicen "APESTAS" así que salimos al centro comercial a comprar algo para sentirnos mejor y después tenemos que trabajar más para poder pagar lo que acabamos de comprar y regresamos a casa y estamos más cansados así que nos echamos a ver más y más televisión y la tele nos dice que vayamos de nuevo al centro comercial y estamos en esta rueda ridícula de trabajar-mirar-gastar y podríamos simplemente parar. 

Y ¿qué ocurre finalmente con todo lo que compramos? A este ritmo de consumo las cosas ya no caben en nuestras casas, aún a pesar de que el tamaño promedio de las casas en Estados Unidos se ha duplicado desde los años setenta. Todo se va a la basura. Y esto nos lleva a la disposición. Esta es la fase de la economía de los materiales que todos conocemos porque tenemos que sacar la basura de nuestras casas. 

En Estados Unidos cada uno de nosotros genera más de dos kilogramos de basura por día. El doble de lo que producíamos hace treinta años. Toda esa basura o bien se arroja a un relleno, que no es otra cosa que un gran agujero en el suelo, o si realmente tienes mala suerte, primero se quema en un incinerador y luego se arroja a un relleno. De cualquier forma, ambas contaminan el aire, el suelo, el agua y no olvidemos que contribuyen al cambio climático.

La incineración es realmente dañina ¿Recuerdan todos esos tóxicos que se introducían en la etapa de producción? Incinerar la basura libera todos esos tóxicos al aire. Lo que es aún peor, genera nuevos súper-tóxicos. Como las dioxinas. Las dioxinas son las sustancias más tóxicas conocidas por la ciencia. Y los incineradores son la fuente número 1 de emisión de dioxinas. Eso significa que podríamos detener la principal fuente de emisión de la sustancia más tóxica hecha por el hombre simplemente dejando de quemar la basura. Podríamos detenerla hoy. Algunas empresas no quieren lidiar con la construcción de rellenos o incineradores aquí, así que simplemente exportan sus desechos. 

¿Y qué hay del reciclaje? ¿El reciclaje de la basura ayuda?
Sí. El reciclaje ayuda porque reduce la generación de basura en este extremo y reduce la presión de minar o cosechar más cosas en este otro extremo. Sí, sí, sí, todos deberíamos reciclar. Pero reciclar no es suficiente. Reciclar nunca será suficiente. Por un par de razones. Primero, porque la basura que sale de nuestras casas es sólo la punta del iceberg. Por cada cubo de basura que sacamos de nuestras casas, río arriba se generaron setenta cubos de residuos para producir lo que está en el cubo que tiramos. Así que aunque pudiéramos reciclar el 100% de nuestra basura, esto no resolvería el problema de fondo. 

Además, gran parte de la basura no puede ser reciclada, ya sea porque contiene demasiadas sustancias tóxicas, o porque fue diseñada desde el principio para NO poder ser reciclada. Como esos envases de jugo que contienen capas de metal, cartón y plástico pegadas. No se las puede separar para ser verdaderamente recicladas. Así que, como pueden ver, es un sistema en crisis. A lo largo de todo el camino nos topamos con un montón de límites. Desde el cambio climático hasta la pérdida de la felicidad, esto simplemente no está funcionando. 

Pero lo bueno de tener un problema tan amplio es que hay muchos puntos de intervención. Hay personas que están trabajando aquí para defender los bosques, y aquí para lograr una producción limpia. Personas que luchan para defender los derechos laborales, el comercio justo o el consumo consciente, o que bloquean los rellenos y los incineradores de residuos y, lo que es muy importante, que luchan para recuperar el gobierno para que sea realmente por el pueblo y para el pueblo. 

Todo este trabajo tiene una importancia crítica, pero las cosas sólo empezarán a cambiar cuando podamos ver las conexiones, cuando veamos el cuadro completo. Cuando las personas a lo largo del sistema nos unamos podremos recuperar y transformar este sistema lineal en un sistema nuevo, un sistema que no deseche ni recursos ni personas. Porque lo que realmente tenemos que desechar es esa forma de pensar de la vieja escuela del derroche. 

Existe una nueva forma de pensar las cosas y está basada en la sustentabilidad y la equidad: Química Verde, Basura Cero, Producción de Ciclo Cerrado, Energía Renovable, Economías Locales Vibrantes. Esto ya está pasando. Algunos dicen que esto no es realista, que es idealista y que no puede ocurrir. Pero yo digo que los que no son realistas son quienes quieren seguir por el viejo camino. Ellos son los que están soñando. Recuerden, no es que ese viejo camino simplemente sucedió. No es como la ley de la gravedad, con la que tenemos que convivir. Las personas lo produjeron. Y nosotros también somos personas. Así que creemos algo nuevo.

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